11 de abril de 2014

Emociones a flor de piel

Todas las bodas son bonitas, o al menos eso dice la sabiduría popular. Más o menos divertidas, agradables y casi siempre emotivas. Pero a veces, en nuestro afán por cumplir nuestros sueños, entre tantos preparativos, nos podemos llegar a olvidar de lo esencial: una boda es la fiesta del amor, la amistad y el cariño verdadero hacia los nuestros. Divina y Antonia lo tuvieron claro desde el principio. Aunque habían soñado mucho con este momento, nada les iba a hacer perder la perspectiva. Y decidieron que querían una boda  muy sencilla, pero con mucho encanto ( tal y como son ellas).

Y llegó el día. Arropadas por sus mejores amigos - que se alojarían también en las habitaciones y suites de la masía - llegaron por la mañana un precioso ( ¡y caluroso!) día de julio. Sin pensarlo ni un instante, se dieron un buen chapuzón en la piscina y compartieron risas y unas cervezas. Los nervios, inevitables siempre en toda boda, desaparecieron así por unas horas. 










Pero  llegó el momento de la ceremonia, y entonces las emociones se desbordaron. Divina y Antonia aparecieron en la terraza de la masía, cada una del brazo de su padre, muy nerviosas y felices. No faltaba ni sobraba nadie; no había invitados de compromiso; estaban todos los que debían de estar y habían ido todos los que deseaban ir. "Era una boda muy esperada por todos, nadie se la quería perder" -nos cuentan. La ceremonia, muy bonita en todo su contenido, fue oficiada por una familiar. Pudimos escuchar las hermosas palabras de unos amigos durante la ceremonia que emocionaron profundamente a las novias y a todos los que allí  estábamos presentes.  Textos que ellos mismos habían escrito y que hablaban de ellas . " Muchos de los invitados, por no decir todos, lloraron durante la ceremonia". Y al final (no podía ser de otro modo), no faltó una estruendosa traca para festejar con ruido, como buenas valencianas, el comienzo de esta nueva etapa ¡y de la fiesta!







































El banquete se celebró en el restaurante de la masía, donde se sirvió un completo menú diseñado para ellas por nuestro equipo de cocina. En un ambiente muy acogedor y distendido, Divina y Antonia, compartieron mesa con sus más íntimos, alrededor de 70 personas. Pero lo mejor estaba por llegar... La pareja sorprendió a todos cuando desaparecieron, se cambiaron y aparecieron.... con unos bonitos y divertidos vestidos ibicencos blancos, listas para su gran fiesta en  la piscina.




Toda la música que sonó, durante la ceremonia y  aquella noche, fue seleccionada por Divina y Antonia. Música que era especial para ellas o para muchos de sus amigos. También durante la fiesta se proyectaron imágenes donde todos los invitados se reconocieron. Fue realmente una noche muy divertida. Una gran fiesta entre amigos donde todos disfrutaron, rieron, compartieron y  bailaron...¡ hasta pasadas las seis de la madrugada! 










La boda de Divina y Antonia se celebró en julio de 2011
Os deseamos todo lo mejor. Sabéis que ocupáis un lugar en nuestro corazón. 
Gracias por compartir con nosotros este momento de vuestra historia.

Masía, entorno y restauración: Masía Durbá
Fotos: cortesía de Divina y Antonia


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